La mayor revolución de Magallanes volverá a llegar en barco 500 años después

Quinientos años después de que la primera de las naves de la expedición de Magallanes cruzara el estrecho al que dio nombre será otro barco el que traerá con él la mayor revolución a la zona más austral del mundo, la región de Magallanes y de la Antártica chilena, la fibra óptica.

Punta Arenas (Chile), 18 nov (EFE).- Quinientos años después de que la primera de las naves de la expedición de Magallanes cruzara el estrecho al que dio nombre será otro barco el que traerá con él la mayor revolución a la zona más austral del mundo, la región de Magallanes y de la Antártica chilena, la fibra óptica.

Esta revolución vendrá con un buque que desplegará, en enero de 2018, un cable de fibra óptica submarina de 16 terabits de capacidad que empezará a funcionar en 2020, cuando se cumplan los 26 meses de plazo previstos para su construcción y 500 años del paso de Hernando de Magallanes por el extremo sur del continente americano.

El proyecto, con una inversión de 100 millones de dólares y un cable de 3.000 kilómetros que unirá la ciudad de Puerto Montt, en la región de Los Lagos, con Punta Arenas y Puerto Williams, en la región de Magallanes y la Antártica chilena, supondrá para esta la mayor revolución de su historia después de la que propició el propio descubrimiento del estrecho.

Pese a su hallazgo en 1520, las dificultades para la navegación del estrecho y el mal tiempo de la zona provocó que la historia de la región no empezara hasta que Chile efectuó su toma de posesión más de 300 años después, en 1843, cuando se estableció el Fuerte Bulnes y, posteriormente, la que sería su capital, Punta Arenas.

La ciudad y la región comenzaron a progresar gracias al establecimiento de colonos e inmigrantes, sobre todo franceses, ingleses, alemanes, y españoles.

Y también por el surgimiento de la agricultura y la ganadería, especialmente la ovina, su primera revolución económica y la que marcaría a la región hasta mediados del siglo XX.

Paralelamente, se desarrolló la caza y el tráfico de pieles finas, así como la explotación forestal, las industrias derivadas de la ganadería y la caza de ballenas, y la explotación de oro y de yacimientos de carbón, que seguirían incrementando la economía de la región y atraerían a más inmigrantes, en su mayoría croatas.

Aunque la economía comenzó a disminuir en los años veinte del pasado siglo debido a la apertura del Canal de Panamá y la crisis del sector ganadero, la región volvería a desarrollarse con el descubrimiento de petróleo en Tierra del Fuego y la creación de terminales petroleros y centros de extracción, así como con la industria petroquímica.

En la actualidad, estas mismas actividades económicas, que han revolucionado su historia, volverán a transformarse con la llegada de la más importante de todas, una fibra óptica que multiplicará el potencial productivo existente y permitirá establecer nuevos, como la investigación.

La fibra óptica mejorará la conexión de los hogares y las empresas y repercutirá en el turismo y la agricultura, al permitir información meteorológica en línea, además de incrementar el ganado ovino, la pesca y salmonicultura o los servicios.

El proyecto también beneficiará a ámbitos como la telemedicina, al poder diagnosticar a distancia enfermedades como los accidentes cerebrovasculares; operar centros de datos con mejores condiciones de refrigeración, y mejorar la descarga de datos de los satélites.

Todo ello, junto con la situación de la región como puerta de entrada a la Antártida y la construcción de cuatro centros de investigación, harán que en materia de investigación, la región de Magallanes se convierta además en uno de los mayores polos científicos del mundo.

Así, 500 años después de la llegada de un barco, cuyo capitán aportó su nombre al estrecho y a la región, y una historia por comenzar, será otro el que no dejará un nombre ni una historia pero sí un cable y la mayor revolución a la zona más austral del mundo, la región de Magallanes y de la Antártica chilena.